On. La velocidad del ser humano: la prisa, la multitud, el ritmo frenético que marca el día a día, descontrol. El ruido, a menudo silenciado entre tanta gente.

Off. La inmensidad de la naturaleza: salvaje, libre, sublime. Silenciosa pero ruidosa a su manera: una pausa en continuo movimiento.

Vamos corriendo de un lado a otro, sin valorar las pequeñas cosas atrapados en la rutina. Me gusta detenerme, observar y conservar esos recuerdos.

Me atrapa el paisaje, siempre volviendo al mar Cantábrico. Me eclipsa mirar las olas, la infinidad de la naturaleza que nos da lecciones diarias, sin mirarse al ombligo, sin abundancias y sin el bullicio que producimos. Nos volvemos pequeños ante su inmensidad.

En contraposición, también me interesa el retrato, sobre todo la psicología del retratado. Como la risa o alegría, pasando por distintas generaciones, desde la sonrisa sincera e inocente de una niña, a la madura y experimentada de una anciana. Las pinceladas que se van perdiendo formando multitudes y uniéndose creando individuos.

Todo ello toma cuerpo en estas obras marcadas por lo sustancial, tanto en el aspecto formal como en el contenido.